Un hombre, un elfo y un enano gruñón transitan por un paso
entre montañas, tétrico a más no poder.
Encuentran una entrada en la montaña, sobre ella y tallada
en la roca dos escenas: a la derecha, un hombre montando un carro ha abatido a
otra persona con una flecha, a la izquierda otro hombre sobre lo que parece una
embarcación y en medio…entre los miles y miles de símbolos que podían haber
puesto han decidido colocar al tachánnnnn:
Ojo que Todo lo Ve.
Se adentran en el interior de la montaña y se les aparece la tan temida banda de degenerados que tienen la capacidad de atravesar objetos
sólidos lo que demuestra que se mueven libremente por la segunda e incluso
primera dimensión, les piden ayuda para luchar contra un enemigo que amenaza al
mundo (su mundo claro). Estos, haciendo caso omiso a la petición de ayuda se
preparan para hacerlos picadillo seguro que después de divertirse sexualmente
un rato con ellos, osea violandolos.
Pero de pronto uno de ellos, el humano, se descubre como
aristócrata y heredero de un rey culpable de la situación actual del mundo y
les ofrece la posibilidad de liberarlos de la maldición que pesa sobre ellos,
ya que como descendiente de dicho rey es el único capaz de hacerlo.
Y este ejercito letal, capaz de transitar entre las
dimensiones más bajas (algunas de ellas llamadas Infierno por varias
religiones) resulta que solo ayudan ¿A quién? A la realeza.
La realidad demostrada una y mil veces es que a los
Iluminati se la pone dura restregarnos sus símbolos a la primera de cambio.
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