martes, 9 de julio de 2013

Sólo el Acero - Richard Morgan

   -No me es dado cuestionar la Revelación, mi señor.

Jhiral adoptó una expresión compungida ante la espontánea cita de las palabras del profeta, cargadas con el eco de su autoridad, y por tanto inapelables.

   -Por supuesto que no, Archeth. A nadie en el reino material le es dado. Pero piensa, como hace incluso Ashnal en sus consideraciones, que el peso del liderazgo sin duda debe de conllevar alguna recompensa, siquiera una mínima holgura en las restricciones que impone la autoridad a quienes son menos capaces de gobernarse por sí solos.

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   -Venga, venga, Archeth. ¿Ves algún guardián aquí dentro? Estamos solos tú y yo… y sofisticadamente empapados por la tormenta de educación y experiencia que este mundo nos ha dado. –El emperador agitó los dedos perfumados-. Disfrutemos al menos de los placeres que se derivan de eso. Las leyes escritas en piedra están muy bien para el rebaño de la plebe, ¿pero acaso no estamos nosotros por encima de tan insignificantes consideraciones?


   -No me es dado cuestionar la Revelación, mi señor.


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